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FABRICACIÓN ADITIVA

La cuarta revolución agrícola: De la célula al plato a través de una impresora

23/09/2024

CATEGORíA: General MARCA: Universidad de Lisboa

Desarrollan por primera vez carne y pescado mediante bioimpresión 3D a partir de células animales pluripotentes. Este hallazgo podría combatir los impactos medioambientales de la ganadería y la pesca.


El proyecto ha sido llevado a cabo por Investigadores del Instituto Superior Técnico del laboratorio del Instituto de Bioingeniería y Biociencias (iBB), de la Universidad de Lisboa.

 

 

“Los dos últimos años han sido maravillosos en términos de progreso”, afirma Frederico Ferreira, profesor de Técnico e investigador del iBB que ha liderado los proyectos asociados a esta investigación, como fue el caso de Algae2Fish, financiado con 215 mil euros en 2022 por organización no gubernamental Good Food Institute. “Comenzando con la elaboración de sashimi (pescado servido en cortes finos) en los primeros intentos, los investigadores ahora son capaces de producir filetes que alcanzan los seis centímetros de espesor y que ya tienen la textura característica del pescado. Y no es sólo la textura la que evoca al pescado “convencional”: dependiendo de las microalgas seleccionadas para las tintas utilizadas en la bioimpresora, es posible producir el olor deseado, teniendo el olor a mar o pescado que se busca. “A veces, cuando entras al laboratorio, ya huele a pescado; Hay gente que incluso bromea diciendo que estamos en una subasta”, afirma el investigador.

 

El avance de la investigación científica va acompañado de otra motivación: desde el punto de vista medioambiental, la producción de pescado y carne en laboratorios podría resultar una alternativa más ecológica a las industrias ganadera y pesquera. Frederico Ferreira habla incluso de una “cuarta revolución agrícola”. "La gente tendrá que comer un poco más de verduras, tendrá que comer un poco menos de proteína animal y probablemente tendrá que buscar otras proteínas animales, y ahí es donde entramos nosotros: tenemos el papel de aportar a las personas proteína animal que no sacrifique animales y que tenga un menor impacto ambiental”, explica el docente.

 

El proceso de producción en laboratorio evita los pasos más contaminantes tradicionalmente asociados a los procesos 'convencionales' de obtención de proteína animal. “Partimos de células, generalmente células madre, que tienen potencial para diferenciarse en tipos de células presentes en la carne y el pescado, como las células musculares y grasas”, explica Diana Marques, quien destaca que la obtención de estas células se realiza sin sufrimiento animal, una de las motivaciones para desarrollar su investigación en esta área.

 

 

“Luego viene el paso del procesamiento de alimentos: tenemos biomasa, un enorme conjunto de células, y podemos juntarlas todas y crear productos simples como una fritura de pescado o una pepita. Si queremos hacer un producto más estructurado -y si aplicamos técnicas como la bioimpresión 3D-, podemos hacer un filete de pescado o un filete”, continúa la investigadora.

 

Para esta bioimpresión 3D son esenciales dos “ingredientes”: una bioimpresora capaz de completar la tarea y biotintas aptas para el consumo humano. Estos últimos fueron desarrollados por Diana durante su tesis de maestría y la bioimpresora es resultado del trabajo de Afonso Gusmão, estudiante de doctorado de Técnico e investigador del IBB que, durante su tesis de maestría, adaptó una impresora 3D comercial para usar en este proyecto. “Mi objetivo es probar las distintas tintas que se han desarrollado; cada una de ellas tiene parámetros como la viscosidad y la temperatura de impresión diferentes a la anterior”, explica Afonso. A partir de los microplásticos, la impresora pasó a operar con biotintas que contienen células de lubina, algunas para material muscular y otras para la grasa presente naturalmente en los filetes de este pescado.

 

 

Como investigador de doctorado, el estudiante está desarrollando biorreactores en los que se exponen cultivos celulares a pequeñas descargas eléctricas, estimulándolos a alinearse en una dirección (electrospinning). “Si estamos creando estas fibras, podemos estar ofreciendo texturas y estructura al filete que de otra manera no podríamos lograr”, comenta, aspecto que puede tener un impacto positivo en la experiencia del consumidor.

 

Una vez realizada la diferenciación entre células musculares y grasas en cultivo celular, todo está listo para incorporarlas a las respectivas biotintas que, insertadas en las jeringas de la bioimpresora, serán la base para la fabricación del filete. Servido y emplatado, el siguiente paso de este alimento producido en laboratorio depende de la evolución de la legislación y del apetito de quienes podrían comprarlo.

 

Próximos pasos: “poder vender” y “querer comprar”

“Vivimos en una democracia y la gente tiene la libertad de comer lo que quiera, lejos de querer cambiar eso”, explica Frederico Ferreira. “Tenemos que ‘educar’ a la gente y crear productos de calidad, para que quieran introducir este alimento en su dieta”, explica. Debido a la llamada “curva de adopción”, que muestra el ritmo al que las personas adoptan un nuevo producto o concepto, el profesor afirma que “en cinco años [este concepto] podría empezar a encontrar expresión en el mercado”.

 

Para lograrlo, debemos esperar la evolución no sólo técnica, sino también en términos de legislación europea. En países como Singapur y Estados Unidos ya se ha aprobado la introducción en el mercado de este tipo de alimentos cultivados, aunque sólo sea para la alimentación animal. “Actualmente, en Europa, las pruebas públicas no están permitidas excepto en los Países Bajos; Es necesario que más países aprueben leyes que nos permitan demostrarlo de forma segura a los consumidores”, explica el investigador del iBB, quien sostiene que “para mayor claridad y transparencia para los consumidores, es importante que puedan probar el producto”. “Por parte de los Estados esto tiene que ser una prioridad nacional; Necesitan escribir en sus planes nacionales que podemos y debemos innovar en este ámbito”, añade, recordando que países como China ya lo han hecho.

 

Por ahora, el equipo tiene bien definido su próximo objetivo: una colaboración con el Instituto Portugués del Mar y de la Atmósfera (IPMA), en el marco del cual se llevarán a cabo las primeras pruebas de estos prototipos. Un panel calificado en caracterización y pruebas de peces (generalmente para hacer comparaciones entre alta mar y acuicultura) probará estos filetes impresos.

 

“Ahora mismo necesitamos una forma de producir carne y pescado que sea sostenible”, recuerda Diana Marques: “ésta es nuestra primera base”. Frederico Ferreira refuerza la idea. “Vamos a fabricar tejido animal, para consumo, para que podamos, de forma más sostenible, satisfacer las necesidades [alimentarias] que tendremos en las próximas décadas”.

 

Fuente: https://tecnico.ulisboa.pt

Fotos: Gonçalo Gouveia | Instituto Superior Técnico

 

 




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